Peligra la educación pública. El neoconservadurismo, que la desprecia, se ha cebado con ella
Alumnos de ESO exhiben una pancarta con los nombres de los profesores que ya no están en su centro por los recortes de plantilla y exigen que se los "devuelvan" |
Presidenta y consejera desconocen que la enseñanza pública tiene la obligación de sentar las bases de una sociedad más bondadosa e igualitaria, acogiendo en sus aulas a todos los alumnos en edad escolar, sean quienes sean, vengan de donde vengan, y planteen los problemas que planteen. Atender a esas realidades exige muchos recursos, tanto económicos como humanos, con el fin de crear una educación pública de calidad capaz de preparar adecuadamente a todos los alumnos, tanto a los inmejorablemente capacitados como a los más necesitados de ayudas especiales. En vez de mimar este proyecto, incrementando las medidas de apoyo y protección, el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha provocado de un plumazo un destrozo bestial en ese organismo tan sensible llamado educación pública, con un recorte de 80 millones de euros, del que se vanagloria la presidenta en carta irresponsable y cínica a los profesores.
Semejante proeza presupuestaria ha logrado poner patas arriba a los centros educativos, sumiéndolos en una angustiosa sensación de estrangulamiento y pobreza, retrocediendo a Dios sabe qué tiempos de precariedad y posguerra, con montones de profesores tratados como ganado, obligándoles a desplazarse a lugares muy alejados de sus centros habituales y en ocasiones forzándoles a compartir su docencia en dos y hasta en tres institutos a la vez. Han dejado a 5.000 profesores interinos en el paro, muchos de ellos jóvenes entusiastas, truncando todas sus esperanzas y devaluando sus muchos cursos y másteres realizados para mejorar su cualificación profesional.
Pancartas en la entrada del IES Profesor Máximo Trueba denunciando los recortes y la desaparición de desdobles, tutorías y actividades extraescolares. |
Peligra la educación pública en Madrid, en Galicia, en Castilla-La Mancha: el neoconservadurismo, que la menosprecia, se ha cebado con ella. Peligra la infraestructura más decisiva de la solidaridad social en un país moderno y más justo; peligra el fundamento de una sociedad que aspira a hacer posible que los orígenes sociales no condicionen para siempre las posibilidades de desarrollo personal de cualquier ciudadano. Peligra una larga tradición ilustrada, librepensadora, que ha encontrado en los centros públicos su lugar natural, a salvo del control de la ideología de sus dueños -cualesquiera que fueran- o de las garras de los despiadados gestores (Aguirre y Figar saben). Los ideólogos madrileños del Tea Party (y sus secuaces gallegos y manchegos) han salido a su caza. ¿Quién está dispuesto a defenderla de estos desaforados cazadores?
Ángel Rupérez es escritor. Su artículo Excelencia y Ruina se publicó en el diario El País el 19 de Octubre de 2011.
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