Son la cantera del profesorado madrileño. Con una excelente formación universitaria, años de experiencia docente y varias oposiciones aprobadas -pero sin plaza fija- los profesores interinos son aquellos que aunque desempeñan el mismo trabajo y asumen exactamente las mismas responsabilidades y obligaciones que sus compañeros funcionarios de carrera carecen de los más elementales y básicos derechos laborales.
En los últimos cursos este colectivo -formado mayoritariamente por los docentes más jóvenes- por ser el más vulnerable, ha sufrido todo tipo de abusos por parte de la administración. Con la excusa de la crisis económica se ha prescindido de más de 3.500 profesores interinos sólo en el último año, mandándolos directamente a la cola del paro y dejando a los centros educativos públicos con un 12% de profesores menos en sus plantillas, muchos de ellos interinos. Al resto de interinos, los pocos que aún trabajan, se les ha condenado a la precariedad laboral no sólo reduciéndoles el salario -al igual que a sus compañeros, los profesores funcionarios- sino además conviertiéndoles en temporeros de la Educación.
Desde el curso pasado los profesores interinos ya no tienen derecho a empleo ni sueldo los meses de julio, agosto y septiembre como los demás profesores - los interinos van directamente al paro- y se ha generalizado su contratación a tiempo parcial por un 1/2, 1/3 y hasta un 1/4 de jornada, con su correspondiente asignación salarial de 900, 600 o 450 euros mensuales como únicos ingresos. Al ser despedidos a 30 de junio, otros profesores son los encargados de examinar y evaluar a los alumnos de los profesores interinos en septiembre, aunque nunca hayan dado clase y en ocasiones ni siquiera conozcan a esos alumnos. A esto la señora Aguirre lo llamará "excelencia educativa", pero a todos los demás mortales nos parece una chapuza y una grave falta de respeto a los profesores, los alumnos y sus familias.
Algunos tenemos motivos para dudar seriamente que los profesores del colegio al que asiste el hijo de Mariano Rajoy tengan que trabajar en un bar en verano para poder comer y pagar el alquiler de sus viviendas. Tenemos sin embargo la certeza de que algunos de los profesores interinos de nuestro centro sí se ven obligados a hacerlo.
No tenemos nada en contra de la hostelería pero creemos que los profesores deberían dedicar los meses en que no hay clases a su formación permanente y, por supuesto, a descansar tras el duro curso escolar, no a servir platos combinados en un chiringuito de la playa. Los políticos responsables de la Educación madrileña no están, por lo visto, de acuerdo. Ellos sí tienen vacaciones escolares remuneradas. Qué casualidad.
Mientras esto ocurre, la administración educativa que dirige la autodenominada consejera de "Educación y Empleo" Lucía Figar (PP) aumenta sin pudor alguno las subvenciones y las rebajas fiscales a los centros privados y concertados, en los que profesores contratados a dedo –sin haber pasado por ninguna oposición ni proceso selectivo objetivo y sin demostrar sus méritos académicos y profesionales como sí hacen los profesores interinos de los institutos públicos-, son retribuidos generosamente -también durante los meses de verano- con dinero de todos los contribuyentes y no sufren recorte alguno. Esto se llama discriminación laboral y a muchos nos parece una verdadera canallada.
Desde el curso pasado los profesores interinos ya no tienen derecho a empleo ni sueldo los meses de julio, agosto y septiembre como los demás profesores - los interinos van directamente al paro- y se ha generalizado su contratación a tiempo parcial por un 1/2, 1/3 y hasta un 1/4 de jornada, con su correspondiente asignación salarial de 900, 600 o 450 euros mensuales como únicos ingresos. Al ser despedidos a 30 de junio, otros profesores son los encargados de examinar y evaluar a los alumnos de los profesores interinos en septiembre, aunque nunca hayan dado clase y en ocasiones ni siquiera conozcan a esos alumnos. A esto la señora Aguirre lo llamará "excelencia educativa", pero a todos los demás mortales nos parece una chapuza y una grave falta de respeto a los profesores, los alumnos y sus familias.
Algunos tenemos motivos para dudar seriamente que los profesores del colegio al que asiste el hijo de Mariano Rajoy tengan que trabajar en un bar en verano para poder comer y pagar el alquiler de sus viviendas. Tenemos sin embargo la certeza de que algunos de los profesores interinos de nuestro centro sí se ven obligados a hacerlo.
No tenemos nada en contra de la hostelería pero creemos que los profesores deberían dedicar los meses en que no hay clases a su formación permanente y, por supuesto, a descansar tras el duro curso escolar, no a servir platos combinados en un chiringuito de la playa. Los políticos responsables de la Educación madrileña no están, por lo visto, de acuerdo. Ellos sí tienen vacaciones escolares remuneradas. Qué casualidad.
Mientras esto ocurre, la administración educativa que dirige la autodenominada consejera de "Educación y Empleo" Lucía Figar (PP) aumenta sin pudor alguno las subvenciones y las rebajas fiscales a los centros privados y concertados, en los que profesores contratados a dedo –sin haber pasado por ninguna oposición ni proceso selectivo objetivo y sin demostrar sus méritos académicos y profesionales como sí hacen los profesores interinos de los institutos públicos-, son retribuidos generosamente -también durante los meses de verano- con dinero de todos los contribuyentes y no sufren recorte alguno. Esto se llama discriminación laboral y a muchos nos parece una verdadera canallada.
Además, para justificar su maltrato a este colectivo de docentes la Consejería de Educación y sus medios de comunicación afines insultan sistemáticamente a los interinos presentándolos como si fueran profesores de segunda categoría y ocultan que estos docentes tienen la misma o mejor formación y capacitación académica y profesional que los profesores funcionarios de carrera. Tampoco aclaran que en ningún caso se trata de personal de refuerzo o apoyo, sino de profesionales que durante años han ocupado vacantes completas y han sido profesores, tutores y piezas clave en la organización de muchos centros educativos de secundaria, que nutren sus plantillas de profesores interinos hasta en un 40% en algunos casos.
Por todo ello, decenas de profesores interinos, víctimas directas de los recortes brutales del Gobierno regional de Esperanza Aguirre (PP) en el presupuesto y los recursos destinados a los centros educativos públicos madrileños se han concentrado en la mañana de ayer frente a la Embajada de Finlandia provistos de sus pasaportes para, en un acto simbólico, pedir “asilo docente” en aquel país.
Eva Hannikainen -agregada cultural de la embajada finlandesa- recibió a un representante de los profesores quien le hizo entrega de un manifiesto. Los profesores interinos han elegido la embajada de Finlandia ya que este país europeo cuenta con uno de los mejores sistemas educativos del mundo (público en más de un 99%) en que el respeto y la consideración por la labor que desempeñan los profesores son fundamentales, siendo éstos valores que sin duda los docentes interinos madrileños extrañan y anhelan.
Hannikainen agradeció los elogios de los profesores interinos madrileños al sistema educativo finés y les proporcionó información muy interesante sobre programas de intercambios culturales y posibilidades de trabajo en Finlandia.
¿Qué pensarán los fineses de Esperanza Aguirre y Lucía Figar, responsables políticas y encargadas de gestionar la Educación Pública madrileña, que despiden, insultan, desprecian y obligan a trabajar en precario, emigrar o cambiar de profesión a lo mejor de nuestra cantera de profesores y maestros?
Eva Hannikainen -agregada cultural de la embajada finlandesa- recibió a un representante de los profesores quien le hizo entrega de un manifiesto. Los profesores interinos han elegido la embajada de Finlandia ya que este país europeo cuenta con uno de los mejores sistemas educativos del mundo (público en más de un 99%) en que el respeto y la consideración por la labor que desempeñan los profesores son fundamentales, siendo éstos valores que sin duda los docentes interinos madrileños extrañan y anhelan.
Hannikainen agradeció los elogios de los profesores interinos madrileños al sistema educativo finés y les proporcionó información muy interesante sobre programas de intercambios culturales y posibilidades de trabajo en Finlandia.
¿Qué pensarán los fineses de Esperanza Aguirre y Lucía Figar, responsables políticas y encargadas de gestionar la Educación Pública madrileña, que despiden, insultan, desprecian y obligan a trabajar en precario, emigrar o cambiar de profesión a lo mejor de nuestra cantera de profesores y maestros?
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