sábado, 29 de junio de 2013

El abandono escolar temprano: la coartada de Wert



Wert, Cospedal, Rajoy y compañía, tras la aprobación del proyecto de ley en Consejo de Gobierno, han reafirmado la necesidad de esta ley amparándose en que es necesario acabar con las tasas de abandono escolar temprano, aumentar la empleabilidad de nuestros jóvenes y reducir la escalofriante cifra de desempleo juvenil. Nos pretenden colocar a quienes estamos en contra de su 'contrarreforma' en la posición de hacernos aparecer como los responsables de estos índices tan negativos y, lo que es más reprobable, de que queremos que el abandono escolar temprano (24,9%), el fracaso escolar y el desempleo juvenil (57%) sigan igual por no querer aceptar su innecesario cambio normativo.

Les debería bastar leer sus propios informes para retirar el proyecto presentado. Pues lo evidente es que, con la misma ley actualmente en vigor, el abandono escolar temprano difiere mucho por comunidades autónomas. Según el INE en 2011 el 31,6% de Castilla-La Mancha, 32,5% de Andalucía, 29,6% de Extremadura, 27,4% de la Comunidad Valenciana, 19,8% de Madrid… hasta llegar a al 12,8% de Euskadi (según el Eustat, 7,7%). En todas las comunidades autónomas dejan de estudiar antes los chicos que las chicas, siendo en el caso de Castilla-La Mancha, la comunidad presidida por Cospedal, la que arroja por sexos una diferencia de escándalo (18%), según datos del INE de 2011.

A estas alturas del debate, todo el mundo sabe que el abandono escolar temprano tiene muy poco que ver con la ley o normativa en vigor y mucho que ver con razones históricas y, sobre todo, económicas. En concreto, con el modelo productivo sobre el que se ha asentado la generación de riqueza en España (construcción y turismo). Dos sectores con mano de obra intensiva, de escasa cualificación y con un gran desarrollo en el sur y en la cornisa mediterránea. Ese elemento hizo que muchos jóvenes abandonaran las aulas e incluso que parte de la población inmigrante, no vieran como necesario el sistema escolar como herramienta de desarrollo personal, de integración y de movilidad social. También incide el hecho de que en muchas poblaciones no hay oferta de enseñanza posobligatoria tras la ESO y los jóvenes abandonan los estudios por la labores del campo o como ayuda en casa o porque tienen que desplazarse a otra localidad porque no hay oferta de ESO en su localidad, amén del escaso atractivo de los programas de estudios.

Es a partir precisamente del 2009 cuando se empieza a detectar la vuelta a las aulas de muchos de estos jóvenes… y por eso el indicador de abandono educativo temprano, que mide el porcentaje de personas de 18 a 24 años que ha completado la ESO y no sigue ningún estudio o formación es tan diverso en el conjunto de España.

Este índice en Europa está en el 12,8%, en España en el 24,9% y en Euskadi en el 12,8% en 2012, según el INE. Es diverso también en Euskadi; Álava (10,1%) frente a Gipuzkoa (7,8%) y Bizkaia (7%); la potenciación de las Eskola Txikiak (rurales), el mantenimiento de los centros con oferta de ESO en pueblos (los “esitos”) y la generalización del transporte escolar y el servicio de comedor no son factores ajenos a que Gipuzkoa y Bizkaia estén por debajo del objetivo a lograr en 2020 y que Álava prácticamente lo tenga conseguido. Euskadi no necesita la ley Wert para mejorar el abandono escolar temprano.

Uno de los ocho objetivos de la Unión Europea para el año 2020 es que el abandono temprano no supere el 10% de la población de 18 a 24 años. Se trata por tanto de que los jóvenes sigan estudiando no sólo al acabar la ESO a los 16 años, sino que lo hagan hasta los 24 años.

En España a partir de 2009 y en sólo tres años se ha conseguido rebajar 6,3 puntos porcentuales pasando del 31,2% al 24,9%. Sin duda esta mejora tiene mucho que ver con las medidas adoptadas a partir de la aprobación de la LOE en 2006 y con la gestión de ministros como Ángel Gabilondo, que se tomaron esta cuestión como un reto personal: sus frutos están empezando a verse. Medidas como la diversificación curricular, los programas de refuerzo, los programas de cualificación profesional inicial, etc… están dando sus frutos y pretenden ser sustituídos por el señor Wert sin apenas haber tenido desarrollo. También tiene que ver -y es una obviedad que produce pudor tener que decirlo- con la situación del mercado de trabajo que hace que nuestros jóvenes prefieran volver a estudiar que estar mano sobre mano sin hacer nada.

Pero, además de estos jóvenes, hay otro colectivo que se va de España y de Euskadi, en muchos casos, altamente cualificado, bilingüe y plurilingüe que no encuentra opción laboral alguna ni en prácticas, ni becas, ni nada… Es la otra cara del mismo drama juvenil y de una cuestión de estado con la que no se puede frivolizar como se hace, pues estamos hablando de la descapitalización humana más grave que le puede ocurrir a un país. Titulaciones de Formación Profesional con un 100% de inserción laboral –empleabilidad- en las que lo difícil era retener a los alumnos en las aulas hasta que finalizaran el ciclo ahora no tienen salida laboral alguna, porque el cierre de empresas, los EREs… han acabado con las expectativas laborales de nuestros jóvenes.

Nada tiene todo esto que ver con la supuesta maldad de la LOE, sino con la recesión, con la reforma laboral, con la negativa a ofertas públicas de empleo… Por tanto, si lo que se persigue es reducir el nivel de desempleo e incrementar la tasa de empleabilidad o de inserción laboral de nuestros titulados en formación profesional y en la universidad, no hay que cambiar la ley educativa sino la política económica, la política laboral y acabar con la política de austeridad de reducción del déficit público. No es necesario cambiar la ley para reducir el abandono escolar temprano sino desarrollar las medidas que están funcionando, realizar ofertas educativas atractivas, con currículos adaptados y actualizados, en especial de una formación profesional adaptada a las necesidades del entorno productivo (formación en alternancia vasca –HEZIBI- la FP dual a la vasca-), garantizar la oferta de posobligatoria en las zonas rurales o favorecer los servicios complementarios de transporte y comedor para que se puedan trasladar a los centros más cercanos… En definitiva, la mejora de la calidad no pasa por modificar la Ley Orgánica de Educación de 2006.


Javier Nogales en ElDiario.es

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