domingo, 7 de abril de 2013

Los docentes no somos una ONG


En estos últimos tiempos gran parte de la sociedad, en medio de una crisis económica y social como no se había visto otra, está cuestionando a los docentes. Unos docentes que, según muchos y convencidos por la caverna mediática, somos los grandes vividores del sistema (cobramos mucho y tenemos muchas vacaciones). Unos docentes que, por ser pagados con dinero público, muchos creen que nos debemos las veinticuatro horas del día a satisfacer las necesidades de los chavales (entre las que se incluyen el “albergue” de los mismos la mayor cantidad de horas posible para que los padres puedan ejercer sus tareas laborales).

Lo anterior es un grave error. Los docentes, a pesar que algunos se vistan erróneamente de altruistas a tiempo completo, somos trabajadores. Unos trabajadores que, por nuestra labor (léase en este caso educativa, con todas las connotaciones de la misma), recibimos un salario por parte del Estado (delegado en las diferentes CC.AA.) por realizar nuestra profesión. Una profesión que tiene un horario y que, más allá del mismo, no existe ninguna obligación contractual con la empresa. Una empresa que, por cierto, es la única de nuestro país que no permite hacer horas extras a sus trabajadores. Bueno, más bien sí que les permite hacer horas extra (y de hecho, se hacen) pero las mismas nunca pueden ser recompensadas (ni con días de fiesta ni con salarios por cuestiones obvias en el primer caso).

Los docentes no somos una ONG. La docencia es una profesión. Una profesión como cualquier otra, con especificidades concretas y con unas reglas de juego laborales propias. Unas reglas de juego que no se deben romper. Unas reglas de juego que se rompen un día tras otro por parte de la Administración educativa (recortes salariales, desplazamientos forzosos e incluso despidos para los interinos).

Por tanto y visto lo anterior no es asumible considerar al docente como perteneciente a una ONG. El docente, al igual que cualquier otro trabajador, debe cobrar por el trabajo que realiza (por todo, no sólo por el contractual). No es lógico publicar materiales altruistamente y que, en pocos días venga la multinacional de turno a adaptarlos y a venderlos como propios. No es lógico pagarte la formación de tu bolsillo (hay muchos docentes que se pagan segundas titulaciones, másters u otro tipo de formación no subvencionada con sus, cada vez más exiguos ingresos). No es lógico tener que pagarte tu material de trabajo (el ordenador y el imprescindible ADSL para trabajar en un entorno educativo cada vez más tecnológico). No es lógico dedicar muchas más horas de la cuenta, sin ningún tipo de recompensa, para cuestiones laborales que lo único que hacen es perjudicar al colectivo. Un colectivo cada vez más reducido. Un colectivo totalmente desmantelado. Un colectivo destinado a la salvación individual.

Tengo muy claro que el trabajo se ha de cobrar. Se puede discutir sobre el cómo y en qué porcentaje pero, si los docentes hacen más de lo que deben (elaboración de materiales educativos, cursos abiertos, acompañamientos a salidas que impliquen jornada de 24 horas, mantenimiento de equipos, formación impartida, etc.)… ese trabajo debe remunerarse. No entremos en el error de seguir trabajando en un mal entendido altruismo educativo. Un altruismo que se entiende por parte de la sociedad como una señal de que somos una ONG. Una ONG en la que no me apunté.

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