Hola, me dirijo a ti con la intención de robarte tan sólo unos minutos de tu tiempo para que leas esto. Quizás en el futuro me lo agradezcas. Conociéndome, seguramente se te habrá pasado por la cabeza que voy a hablarte de lo mal que esta el mundo y de que hay que cambiarlo. En efecto, has acertado. Sin embargo, en esta ocasión, es algo muy concreto y demasiado imprescindible: nuestro futuro.
¿Por dónde empezar? Complicado y duro. Somos la primera generación en muchos años que vivirá peor que sus padres. Sí, si nada cambia, nos encontraremos por doquier misera, desolación y tristeza. Sin exagerar, muchos de nosotros tendremos que recurrir a la caridad para sobrevivir -ni siquiera vivir- indignamente. Con suerte, podremos optar a un trabajo precario de 12 horas en el que jamás se prueban las competencias que adquiriremos en la universidad. O tendremos que emigrar, cosa dolorosa muchas veces. Y ni con eso tendremos para poder disfrutar, ni para viajar. No podremos reír ni formar una familia en condiciones.
Pero, a lo mejor, no puedes ni estudiar una carrera. Tú, que soñaste siempre con estudiar ingeniería, porque te encantan los puentes. O veterinaria, porque todos sabemos que tienes una mano genial con los animales. Sí, y tú, que quieres hacer inglés y traducción porque es genial conocer nuevos idiomas. Ah, y tú también, el que nunca pierde la fe en el periodismo, que es algo precioso.
Con la subida de tasas y la reducción de becas que se van a aplicar, muchos tendremos que dejar las carreras a medias y, con peor suerte, no empezarlas si aún no lo hemos hecho. Cada año, la matrícula te costaría 6000, 7000, 8000, 9000, 10000 euros o más. Y encima no te dan becas para sobrellevarlo. ¿Crees que tu familia podría afrontar esos gastos? Y quizás, si los afrontase, viviría en la miseria.
Es algo que me apena enormemente. ¿Por qué tienen que destrozarnos nuestros sueños?, ¿por qué tienen que cortarnos las alas? No podemos permitirlo, porque es injusto, y porque mientras muchos se sacrifican infinitamente, otros pocos se bañan en dinero, como quien dice. Por eso, humildemente y desde el cariño que te tengo, te invito a acudir a la huelga educativa del día 22 de mayo (el próximo martes).
Yo lo hago por mí, por ti, por ese capullo de la clase que me cae fatal también. Por mis hijos, por los hijos de mis hijos, por el negro y por la que lleva el velo. Por todas.
Ahora, piensa lo que quieras, ríete o compártelo. Lo cierto es que, si no paramos esto, nos veremos en el futuro de la manera más denigrante. Yo, el martes voy luchar como si fuera mi último día, porque realmente lo es para muchas personas. Gritaré el martes, y el miércoles, y el jueves, y todos los días si es necesario. Porque ver cómo destrozan la vida de las personas me llena de rabia. Y sé quiénes son los culpables.
¡Nuestro futuro no se vende, se defiende!
Nos vemos en las calles.
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