- Viabilidad de los centros.
- Mejora de la oferta educativa.
- Consolidación de las plantillas de los centros.
- Reorganización de la FP.
Un tetris complicado que se resume en que si había dos centros, quedará uno, por más que disfracen la realidad. Con estas fusiones, desaparecerán el Luis Buñuel, el Felipe Trigo y el Octavio Paz. Lo "extraño" es que el Ayuntamiento está conforme con estos cambios que permiten que centros públicos desaparezcan.
Es el preludio a la ley de la LOMCE, por la cual los institutos públicos tendrán que especializarse: unos darán el bachillerato de artes plásticas, otros el técnico, otros la ESO... Lo que se avanza en la zona sur se aplicará en toda la Comunidad de Madrid (y, por extensión, al resto del Estado, que la sombra de Wert es alargada) más tarde o más temprano. Esta especialización supondrá el cierre de muchos centros. Los que sobrevivan en esta primera fase no tienen asegurado su pervivencia después.
Hay que recordar que ya en nuestra Comunidad la friolera del 49% de la oferta educativa que se oferta forma parte de la enseñanza privada. Se pretende que de los 50.000 profesores (incluidos maestros) las cifras se reduzcan como máximo a 38.000. No hace falta ser un genio en matemáticas para ver que si se fusionan centros, se aumentan ratios y horas lectivas, sobramos una cantidad importante de docentes. Por ejemplo, en las especialidades de Dibujo, Música y Educación Física se verán abocadas a que sus profesores con oposición pero sin plaza tendrán que hacer sustituciones. Los interinos, fuera.
El movimiento contra la Pública es imparable y ahora más que nunca el ritmo es vertiginoso. Una fusión y su subsiguiente reordenación de la plantilla no significa la salvación del centro. Por lo visto, la Comunidad de Madrid no admitirá que haya institutos con menos de 16 grupos de la ESO y 4 de Bachillerato. Un centro fusionado que empiece a perder alumnos correrá el sino del Octavio Paz, cuya fusión ha derivado en desaparición.
Desplazamientos forzosos, personal sobrante por una parte, menos grupos en el cómputo total, sí; pero no todo es ahorro: se requerirán obras para adaptarse a los cambios, se perderán los recursos empleados para dotar a los centros de material, las remodelaciones emprendidas años atrás para que los centros específicos de FP pasaran a albergar también la ESO volverán a su punto de origen (un ejemplo: en el Felipe Trigo el año pasado hubo que invertir 50.000 euros para que el gimnasio del colegio cerrado Tierno Galván pasase al Trigo. Ese dinero, un año después, se puede considerar tirado a la basura). Luego nos venden que es un tema económico. Que no nos engañen: los recortes tienen un cariz ideológico y el horizonte es la privatización.
Y ahora, ¿qué hacemos los profesores y las familias implicadas en la educación de sus hijos? ¿Permitimos sin más que estas imposiciones que vienen de fuera del tejido educativo sin ningún criterio pedagógico se lleven a cabo, o nos uniremos de una vez por todas para hacer fuerza y tratar de impedirlo? Mientras todo se reduzca al localismo bananero de querer salvar nuestro IES particular y nos desentendamos del IES vecino que pierde comba, mientras pensemos "que se apañen los de Móstoles o los de la zona sur", mientras que creamos que nuestra plaza definitiva no la tocan porque mi centro tiene línea X por encima del mínimo, mientras que creamos que Infantil, Primaria, Secundaria, FP, Universidad no sufrirá las mismas consecuencias de los recortes, haremos el juego a los gestores que piensan en términos más ambiciosos. El negocio de la Sanidad y la Educación es demasiado goloso para nuestros queridos explotadores y de momento no nos hemos conseguido concienciar de que o vamos juntos o la unión llegará cuando hayamos dejado de ser profesores de la Escuela Pública.
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